domingo, marzo 11, 2018

La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich



ALEXIÉVICH, SVETLANA. La guerra no tiene rostro de mujer. Debate. 2015. 368 páginas.
★★★★★

Ya pasaron casi dos meses desde que leí este libro y, entre más pasa el tiempo, siento que no tengo palabras para describirlo. Pero pasa, también, que no me quiero quedar sin hablar de él. Así que aquí tienen una reseña atrasada de un libro que, aún, me hace pensar en muchas cosas. 

La guerra no tiene rostro de mujer es un conjunto de entrevistas realizadas por Svetlana Alexiévich a mujeres que participaron por parte del Ejército Rojo soviético durante la segunda guerra mundial. Desde lavanderas, cocineras, enfermeras y médicos hasta francotiradoras, pilotos, tanquistas y guerrilleras, el libro recoge historias fueron calladas, censuradas y hasta prohibidas durante mucho tiempo. 

Algunas de las historias que se encuentran plasmadas en este libro ocupan varias páginas; otras son de apenas un párrafo que sirve para comprender el pensamiento de cada una de estas mujeres. Independientemente de si el pedacito de historia que podemos leer de cada una de estas mujeres es corto o largo, al final, todos ellos saben llegar al lector. ¿Qué quiero decir con esto? Éste es uno de esos libros que, si bien puedes terminar en una sola tarde, tienes que leerlos despacio, pasar sus páginas poco a poco y tomar descansos. Hay momentos en los que lees algo que es muy duro, tal duro que parece sólo ficción. O tan duro que desearías que semejante crueldad humana fuese sólo ficción.

A través de estas historias, Alexiévich nos muestra el otro rostro de la guerra: la visión femenina. Y es curioso, porque muchas de esas mujeres hicieron trabajos admirables durante la guerra, pero cuando llegó la paz, las trataron con la punta del pie. Hay una historia, por ejemplo, de una chica que sobrevivió a la guerra sólo para que a los pocos días de regresar, sus madre la echara de casa porque era mal vista y nadie querría casarse con sus hermanas menores si ella seguía ahí. O aquella de una mujer que tenía la necesidad de hablar de lo ocurrido en la guerra, pero todos le decían que debía callar. Y eso hizo, durante muchos años. 

Muchas de estas mujeres se enlistaron en el ejército por voluntad propia, porque tenían la convicción de que eran necesarias para defender a su patria. Y también, muchas de ellas se unieron en secreto: escaparon de casa o se inventaron más edad. Todas hablan del miedo, de las emociones, del dolor, de la camaradería, de las penurias y, en especial, de las ganas de vivir. 

Aleksiévich es una escritora y periodista bielorrusa de lengua rusa. Su obra se centra, principalmente, en retratar la realidad y los problemas de aquellos que alguna vez fueron países pertenecientes a la URSS. La guerra no tiene rostro de mujer es el segundo libro que leo de ella (el primero fue Voces de Chérnobil, cuya reseña pueden leer acá) y hasta ahora me llama mucho la atención la dura crítica a la vieja Unión Soviética en sus páginas. Una crítica que no se da de forma explícita, pero que está presente si sabes identificarla entre líneas.

Quizá lo que más llama la atención del esta obra de no ficción, es lo que la misma autora menciona desde el principio: que la visión femenina de la guerra es muy distinta a la de los hombres. En estas páginas no encontramos datos duros, menciones a estrategias de guerra o cuestiones similares, sino una visión muy humana de una de las épocas más inhumanas de la historia. 

8 comentarios

  1. Tengo pendientísima a esta autora y espero en un futuro cercano conocer su obra. Siempre es difícil leer sobre vivencias de guerra y saber que esto no es un cuento de ficción, sino es algo que sucedió y dejó secuelas en millones de personas. Me alegra que la autora les diera voz a estas mujeres que por muchos años permanecieron calladas y ahora vivirán para siempre.

    Te mando un beso enorme, Cin y espero que te encuentres bien<3

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    1. Te la recomiendo mucho, Ale. Este libro es bien duro, pero vale mucho la pena leerlo <3 Besos para ti igual.

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  2. ¡Buenas!
    Por tu reseña veo que el libro es, precisamente, lo que espero de él (al menos para ti, claro).

    Tengo el ojo puesto en la autora desde su anterior libro, pero aún no he podido leerlo. Hace un tiempo se unió este y desde luego, le tengo muchas ganas a los dos.

    Cuando llegué el momento intentaré que no me puedan las ansias y dejar tiempo entre cada testimonio, que creo que así este tipo de libros se disfrutan más (aunque a veces me puede la curiosidad).


    ¡Abrazotes! ♥

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    1. Ojalá puedas leerlo pronto. Si te nace leerlo de un jalón, hazlo, nada dice que tienes que leerlo por pedacitos como yo xD

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  3. Me pareció cuando lo leí hace un año o poco más un libro tremendísimo. Duro. Potente. Y, como soy un poco obsesiva con el lenguaje (porque creo que el lenguaje y las palabras crean poder) me sigue llamando la atención que cuando se nombra las profesiones u oficios de aquellas mujeres haya, por poner sólo un ejemplo, enfermeras pero no médicas (sino médicOs, habiendo mujeres ejerciendo la medicina), capitanes pero no capitanAs. Lo dijo la propia autora en un párrafo: "llegó a surgir cierto problema lingüístico: hasta entonces para las palabras 'conductor de carro de combate', 'infante' o 'tirador' no existía el género femenino, puesto que nunca antes las mujeres se habían encargado de estas tareas. El femenino de estas palabras nació allí mismo, en la guerra". En fin, quizás una sutileza, o una cuestión de traducción, pero un tema para pensar. De todos modos, un libro apasionante, y como decís vos, la visión humana de una época inhumana. Para las mujeres, más. Abrazo desde Santa Fe, Argentina.

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    1. Sí, eso que mencionas también me impactó mucho, lo del lenguaje y de cómo fue necesario esto para que se feminizaran ciertos términos (y que a la fecha muchos siguen siendo netamente masculinos). O lo de la ropa interior, eso también me impactó mucho :O

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  4. No conocía el libro pero vaya, tiene que ser alucinante leer las historias de todas esas mujeres. Menos mal que hay libros que recogen estos testimonios.

    Un beso!

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