domingo, mayo 17, 2020

Del miedo y otros demonios


Esta semana ha sido... extraña. No, no extraña, ha sido diferente a otras. El domingo de la semana pasada  2 tipos se metieron a mi casa como a las 4 p.m. Forzaron la entrada de afuera y supongo que no imaginaron que habría gente en casa (¿cuarentena? ¿alguien?), porque afortunadamente se dieron a la fuga en cuanto nos vieron. O en cuanto me vieron, porque yo fui quien se percató al asomarse por la ventana. 

No hay mucho que contar sobre ese momento: todo pasó muy rápido. Escuché que abrían la puerta del patio, me dio curiosidad, me asomé (pensé que era una tía que tiene llave de mi casa) y vi que era gente extraña, a unos metros de mí. Eran dos hombres, jóvenes. Uno llevaba una de esas palancas de hierro, que fue con la que abrieron el zaguán. Alerté a los demás en casa y salimos, en uno de esos momentos en los que no reflexionas sobre qué podría pasar. 

En el tiempo que tardé en voltear y decirle al resto de la familia que se habían metido dos personas y en lo que algunos salimos, los tipos se dieron a la fuga. Dañaron el zaguán y nos dejaron asustados y consternados y enojados, porque ¿con qué derecho se meten a tu casa?

Aunque no pasó nada, te queda el miedo y la duda, pues si ya se metieron una vez, ¿qué los detiene para intentarlo en otra y, no sé, venir armados o con más gente? Y te queda la intranquilidad. Eso es lo peor: no sentirte tranquilo ni seguro en el único lugar en el que te sientes seguro, que es tu hogar. 

Los días han sido extraños. Entre la ansiedad cada que ladra el perro (porque ladró, y nos alertó cuando pasó todo) o cada que llaman a la puerta, entre el insomnio y el asomarse a la calle antes de ir a la cama, para ver si no hay nadie extraño afuera. Ha habido días mejores que otros y, en general, todos en casa lo tomamos relativamente bien. Pero el enojo, el miedo, la ansiedad y la sensación de inseguridad constante prevalecen. 

Había varias cosas que quería hacer esta semana, temas de los que quería escribir aquí en el blog o algunas fotos que quería tomar para Instagram, pero las ganas se fueron completamente. Mi distracción ha sido el trabajo, pero no es sano solo enfocarme en eso. Han sido días de intentar distraerme con cosas bonitas y que me hacen sentir mejor. 

México mágico, amigos. Cuídense mucho, en especial en estos días de incertidumbre. 

2 comentarios

  1. Mucha fuerza, Cin. Recuerdo que cuando mi madre y yo fuimos asaltadas, a cuadras de mi antigua casa, se me quedó grabado el sonido de los pasos apresurados de los dos delincuentes por mucho tiempo, tanto que pasaron años hasta que dejé de darme vuelta cuando percibía que alguien caminaba tras de mí en la calle.
    Lamentablemente el miedo empantana todo; sientes que no puedes pensar en nada más que el momento, el lugar o las personas que lo inspiran.
    Espero que puedas superar más pronto que tarde el susto, y me alegra saber que, a pesar de todo, menos mal no pasó a mayores.
    Un abrazo gigante.

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    1. ¡Hola! Muchas gracias por tu mensaje. La verdad es que se queda el miedo por mucho tiempo. Qué terrible lo que les pasó a tu mamá y a ti.
      ¡Abrazos!

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