viernes, marzo 16, 2018

Lord of the Flies, de William Golding


GOLDING, William. Lord of the Flies. Perigee. 2003. 202 páginas.
★★★★

Tras un accidente aéreo, un grupo de niños se encuentra perdido en una isla desierta. Como los únicos sobrevivientes, tienen que ingeniárselas para sobrevivir. Esto implica designar roles en su grupo y organizarse para todas las actividades que tienen que realizar, desde conseguir comida y agua hasta la construcción de refugios para todos. Sin embargo, como niños que son, no pasa mucho tiempo para que todo se convierta en un juego. 
Ralph es uno de los niños mayores y desde el comienzo es quien adopta el papel de líder. Su carisma y el aire de autoridad que emana de él hacen que la mayoría de los chicos se sientan en confianza con él y lo acepten como el jefe de todos. Junto a Piggy, un niño gordo y asmático pero bastante inteligente, y Jack, otro de los mayores y a quien se le asigna el rol de cazador, mantiene el orden lo mejor que puede. Al menos al principio.

Con el paso de los días, la falta de una verdadera figura de autoridad hace que las cosas comiencen a complicarse un poco. Entre envidias y el estrés propio de vivir la situación por la que atraviesan, lo que comienza como un juego de niños se convierte en un juego por sobrevivir a la naturaleza y a los que se decían tus amigos.

El señor de las moscas es uno de esos libros que estuvo en mi librero por años pero que no me animaba a leer porque el título no me llamaba la atención. ¿Qué decir sobre él? Hace mucho que una lectura no me estremecía como lo hizo este libro. Mientras avanzaba la lectura, me encontré momentos en los que de verdad me horrorizaba lo que leía y, a pesar de eso, no podía parar, en especial mientras más tensa se volvía la situación de los personajes.

Al comienzo del libro es evidente que algo está por ocurrir, y que aquella premisa de los niños que terminan solos en una isla desierta no iba a ser precisamente la historia de los Niños Perdidos de Peter Pan.

Como lo mencioné anteriormente, en esta historia los problemas no tardan en comenzar. El primero de ellos llega casi desde el inicio mismo de la historia, pues los chicos no miden las consecuencias de sus actos ni son plenamente conscientes de lo que les ocurre. Para ellos, estar en aquel lugar abandonado es un juego, y toman todo como tal. El personaje que adopta el rol de "adulto responsable" es Piggy, y eso orilla a que los demás sientan por él cierta animadversión.

El segundo problema está en la personalidad de Ralph y Jack, quienes son aparentemente muy similares y congenian al principio, pero para los que no pasa mucho tiempo en que nos demos cuenta de que, en realidad, su relación sólo podía tomar dos rumbos: el del amor o el odio, y al final ocurre lo segundo.

El tercer problema está en el estrés que viven los niños y del cual no son conscientes. Al principio, estar en un lugar sin la presencia de adultos es como el paraíso para ellos, pues no hay quien les diga qué es lo que pueden o no hacer (excepto por Piggy y me remito al primer punto); pero no pasa mucho tiempo para que se den cuenta de que vivir así no es tan divertido. En especial cuando se corre el rumor de que existe una Bestia en la isla y que todos corren peligro. 

Creo que ésta es una de las historias más terribles que he leído en mucho tiempo. En pocas páginas, eres testigo de cómo la situación en la que viven estos muchachos hacen que ignoren poco a poco la civilidad y comiencen a actuar de acuerdo a sus instintos.  

domingo, marzo 11, 2018

La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich



ALEXIÉVICH, SVETLANA. La guerra no tiene rostro de mujer. Debate. 2015. 368 páginas.
★★★★★

Ya pasaron casi dos meses desde que leí este libro y, entre más pasa el tiempo, siento que no tengo palabras para describirlo. Pero pasa, también, que no me quiero quedar sin hablar de él. Así que aquí tienen una reseña atrasada de un libro que, aún, me hace pensar en muchas cosas. 

La guerra no tiene rostro de mujer es un conjunto de entrevistas realizadas por Svetlana Alexiévich a mujeres que participaron por parte del Ejército Rojo soviético durante la segunda guerra mundial. Desde lavanderas, cocineras, enfermeras y médicos hasta francotiradoras, pilotos, tanquistas y guerrilleras, el libro recoge historias fueron calladas, censuradas y hasta prohibidas durante mucho tiempo. 

Algunas de las historias que se encuentran plasmadas en este libro ocupan varias páginas; otras son de apenas un párrafo que sirve para comprender el pensamiento de cada una de estas mujeres. Independientemente de si el pedacito de historia que podemos leer de cada una de estas mujeres es corto o largo, al final, todos ellos saben llegar al lector. ¿Qué quiero decir con esto? Éste es uno de esos libros que, si bien puedes terminar en una sola tarde, tienes que leerlos despacio, pasar sus páginas poco a poco y tomar descansos. Hay momentos en los que lees algo que es muy duro, tal duro que parece sólo ficción. O tan duro que desearías que semejante crueldad humana fuese sólo ficción.

A través de estas historias, Alexiévich nos muestra el otro rostro de la guerra: la visión femenina. Y es curioso, porque muchas de esas mujeres hicieron trabajos admirables durante la guerra, pero cuando llegó la paz, las trataron con la punta del pie. Hay una historia, por ejemplo, de una chica que sobrevivió a la guerra sólo para que a los pocos días de regresar, sus madre la echara de casa porque era mal vista y nadie querría casarse con sus hermanas menores si ella seguía ahí. O aquella de una mujer que tenía la necesidad de hablar de lo ocurrido en la guerra, pero todos le decían que debía callar. Y eso hizo, durante muchos años. 

Muchas de estas mujeres se enlistaron en el ejército por voluntad propia, porque tenían la convicción de que eran necesarias para defender a su patria. Y también, muchas de ellas se unieron en secreto: escaparon de casa o se inventaron más edad. Todas hablan del miedo, de las emociones, del dolor, de la camaradería, de las penurias y, en especial, de las ganas de vivir. 

Aleksiévich es una escritora y periodista bielorrusa de lengua rusa. Su obra se centra, principalmente, en retratar la realidad y los problemas de aquellos que alguna vez fueron países pertenecientes a la URSS. La guerra no tiene rostro de mujer es el segundo libro que leo de ella (el primero fue Voces de Chérnobil, cuya reseña pueden leer acá) y hasta ahora me llama mucho la atención la dura crítica a la vieja Unión Soviética en sus páginas. Una crítica que no se da de forma explícita, pero que está presente si sabes identificarla entre líneas.

Quizá lo que más llama la atención del esta obra de no ficción, es lo que la misma autora menciona desde el principio: que la visión femenina de la guerra es muy distinta a la de los hombres. En estas páginas no encontramos datos duros, menciones a estrategias de guerra o cuestiones similares, sino una visión muy humana de una de las épocas más inhumanas de la historia. 
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